El pasado 16 de diciembre volvió a colgarse el cartel de “sold out” en el Wizink Center de Madrid. Los culpables, una banda que lleva casi 40 años de carretera, más de 100 millones de discos vendidos y que este mismo año ha sido nominada a entrar en el “Rock and Roll Hall of Fame”.
Publicado originalmente en LA FACTORIA DEL RITMO
Texto: Víctor M Bustamante
Fotos: Luis del Rosal Pernía aka Mr. Deck
Texto: Víctor M Bustamante
Fotos: Luis del Rosal Pernía aka Mr. Deck
Depeche Mode, o, lo que es lo mismo, su líder, el cada vez más
cabaretero, Dave Gahan, su principal compositor teclados, coros y
guitarras Martin L. Gore y la bisagra que equilibra a estas dos
genialidades y que aporta su dilatada solvencia a los teclados, Andy
Fletcher, se dieron un baño de masas unas semanas antes en Barcelona y
ahora en la capital en lo que se venía a llamar hasta hace poco el
Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Desde primera hora de la
mañana y, aún con un sol que engañaba bastante pero sufriendo
temperaturas para nada agradables, se fueron agrupando los primeros fans
en las puertas del recinto, muchos con pases de apertura “early” pero,
así todo, con las ansias adolescentes de coger el mejor sitio posible en
las primeras filas de pista.
Tras
unos teloneros, los británicos Pumarosa, que encontraron una acogida
bastante fría por parte del personal allí presente, probablemente debido
a su escasa promoción en nuestro país, sonaron los acordes del
“Revolution” de los Beatles y se desató la locura colectiva. Recorriendo
una pantalla que abarcaba todo el escenario y que estaba dividida en
dos fragmentos a modo de balcón, apareció un Dave Gahan emulando a Evita
Perón con un fondo que recordaba a los cuadros de Pollock y con los
primeros compases de uno de sus últimos sencillos “Going Backwards”. A
pesar de que esta gira ha sido bautizada como “Global Spirit Tour”
precisamente a raíz de este último trabajo, “Spirit”, presentaron
únicamente sus tres primeros sencillos, la nombrada “Going Backwards”,
el primer sencillo “Where´s the revolution” y su último hasta la fecha
“Cover Me”. Más debería haberse denominado la “Global Ultra Tour” pues
hasta cinco temas sonaron de este trabajo: “Barrel of a Gun”, “It´s no
good”, “Useless”, y, a cargo de Martin Gore a las voces, “Home” y una
acústica “Insight”. Pocas concesiones a los largos millenials de la
banda, únicamente los temas “Precious” y “A pain that I´m used to” del
“Playing the Angel” (2005). El resto se repartieron, para regocijo de
sus devotos, entre sus mejores y más recordados trabajos: “Everything
Counts” de “Construction Time Again” (1983), “Stripped” y “A question of
Time” de “Black Celebration” (1986), “Strangelove” (esta vez en versión
acústica de Martin) y “Never let me down again” de “Music for the
masses” (1987), “Enjoy the silence”, “Personal Jesus” y “World in my
eyes” de “Violator” (1990), “Walking in my shoes” e “In your room” de
“Songs of Faith and Devotion” (1993) y los citados cinco temas de
“Ultra” (1997).
Los minifilms dirigidos para la ocasión por su
realizador de cabecera Anton Corbijn arroparon perfectamente los temas.
“Useless” rodado en blanco y negro y con referencias al tantas veces
imitado “Subterranean Homesick Blues” de Dylan, “In your room” con una
pareja de baile semiacrobático ilustrando la relación de dependencia que
relata el tema o “Enjoy the silence” con, por esta vez, ningún
astronauta desfilando ni chicas contorsionistas retorciéndose como en
las dos últimas giras, sino mascotas de todo género impávidas,
disfrutando del silencio que les otorga el no disponer del don del
habla. Astronautas haber los hubo pero, en esta ocasión, para ilustrar
la odisea galáctica de “Cover Me” donde un Gahan fell-to-earth busca
desconsoladamente abrigo en un ser humano. “Walking in my room” fue
acompañada por una mini película donde acompañamos la transformación de
un músico en un sosias de la breve pero recordada Marilyn (no la
estrella del cine sino el/la cantante de los ochenta).
En
cuanto a los tres de Basildon poco se puede decir que no se haya dicho
ya o se haya leído estas últimas semanas. Dave sigue siendo, como desde
hace décadas, más divo en escena que Mike Jagger y Beyoncé juntos y le
basta un movimiento de trasero o un gran plié a lo Nureyev para desatar
la locura. Con la voz ya algo resentida del transcurso de esta
interminable gira pero con una maestría que solo la dan los años
consiguió poner en pie en más de una ocasión a las 16.000 almas allí
congregadas según la organización. Volvieron los ya clásicos brazos en
alto agitándose como juncos el ritmo de “Never let me down”, los
interminables coros del público al final del “Home” de Martin, haciendo
que el siguiente tema pareciese que nunca iba a empezar, y los giros
cual derviche en “A question of Time”, eso sí mucho más comedidos que
cuando David aún no había entrado en la cincuentena. Martin cumplió como
siempre con sus temas acústicos habituales aunque echáramos de menos un
“Judas” o un “Somebody” como hiciera este verano en el BBK Live. En
cuanto a Andy, cada vez más en la línea de otros famosos teclados como
Chris Lowe, se mantuvo desde su pedestal de sintetizadores en un segundo
plano sin apenas llamar la atención más que para alentar ocasionalmente
con sus palmas al personal.
En
cuanto al sonido en general he de reconocer que, desde que Depeche tomó
la senda más rock y menos synthpop, abusan en gran medida de la batería
y en ocasiones les resta sonido al resto de instrumentos. El estar
tocando dentro de un pabellón cerrado tampoco ayuda en este sentido. Al
ser un devoto desde sus comienzos (su infravalorado “A Broken Frame” del
82 me abrió los ojos a mis trece años en muchos sentidos y aún me
estremecen temas como “Leave in silence” o “Nothing to Fear”), echo de
menos un sonido más tecno e industrial como en sus orígenes y que
posiblemente eso les beneficiaría en los directos. Pero eso son sólo
opiniones personales.
Este verano los que se quedaron sin entrada para verles en Madrid, y
doy fe que fueron unos muchos cuantos, podrán entregarse al Global
Spirit Tour en el marco del MadCool Festival. Esperemos que después de
la gira americana que se les viene encima lleguen vivos para entonces.
Mi compromiso anual con el BBK Live me va a impedir verlo al solaparse
las fechas de ambos festivales, pero intentaré enterarme. Y contároslo.
Lo mejor:
- Los devotos. Sin ellos esto no hubiera sido posible y gira tras gira llenan incondicionalmente los recintos donde toquen. Desde mi asiento en la grada estaba rodeado de adolescentes que dudo hayan oído nada del grupo anterior a “Violator”, señoras sexagenarias con el pelo cardado dándolo todo y cantando en inglés mejor que Morrissey, parejas metidas en la cuarentena que iban a acompañar a su devoto/a novio/a y acababan rindiéndose a la fiebre, padres con sus hijos y abuelos con sus hijos que iban con sus nietos…
Lo peor:
- El precio de las entradas como viene siendo habitual es algo desproporcionado. Si pensábamos que con la reducción del IVA cultural esto iba a beneficiar al público estábamos bastante equivocados. Soy consciente que una gira de este calibre lleva unos gastos ingentes pero pagar 335 euros por ver el concierto desde grada a una altura suficiente para no llevar anteojos me parece un dislate. Por otro lado me llamaron mucho la atención desde arriba las dimensiones de la denominada “Golden Circle”. Habitualmente esta zona suele ser un 25% del total de pista y parecía en esta ocasión que abarcaba casi el 75% de la misma. A posteriori he oído comentarios de gente que había pagado para acceder a esta área y tuvo problemas con los que habían pagado entrada de pista “normal” y se colaron en esta. De ser así debería tenerse en cuanto para futuras ocasiones pues aparte del cabreo del personal que se ha dejado los cuartos puede implicar problemas de seguridad importantes. Esperemos que se ponga solución y que no suceda más de ahora en adelante.
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