Arañábamos la medianoche del viernes en Madrid y, tras acabar de ver a Lana del Rey, Mr. Deck y servidor salíamos con ganas de escribir una crónica pero sin acabar de decantarnos si optar por colocarla entre lo más sublime o la decepción más grande.
Publicado originalmente en LA FACTORIA DEL RITMO
Texto: Víctor M Bustamante
Fotos: Luis del Rosal Pernía aka Mr. Deck
Texto: Víctor M Bustamante
Fotos: Luis del Rosal Pernía aka Mr. Deck
Es complicado valorar una experiencia como la
vivida en el Palacio Vistalegre y no será por falta de cultura de
conciertos. He podido disfrutar en directo de monstruos como Bowie, Los
Rolling, Dylan, Joe Cocker, Muse, Police, Depeche Mode, Elton John,
Supertramp, Mike Oldfield, Coldplay, AC/DC, Queen, Kraftwerk, Madonna,
George Michael, New Order… y tantos y tantos otros, desde mi primer
concierto que fue la presentación en vivo de Luz Casal (con eso os
hacéis una idea) hasta colarme en el backstage del concierto que dio
Roger Waters en Berlín en 1990 presentando “The Wall” y aun así se me
hace duro inclinar la balanza en esta ocasión hacia un lado u otro.
Sinceramente es la primera vez que me ocurre (miento, la primera fue
Björk en la explanada del Guggenheim hace unos años), así que tiraré
por la calle de en medio y comentaré lo que más me gusto y lo que más me
echó para atrás. Que no es poco.
Una
de sus bazas fuertes es el repertorio sin duda alguna. La Ex Lizzy
Grant puede presumir de tener un buen arsenal de temas en el colectivo
popular pero el problema surge en si éstos se quedan en un experimento
del productor de turno o de si, por lo contrario, hay materia prima en
el artista. Pregrabados sonrojantes aparte y que no hacían presumir nada
bueno, se alternaron con derroches de voz y carisma en escena, sobre
todo cuando la descoordinada y chirriante banda que la acompañaba se
hacía a un lado (gracias a Dios) y ella cogía el micro y su guitarra,
acariciando una acapella y haciendo gozar en todos los sentidos a los
10.000 afortunados que conseguimos entrar. Un ejemplo fue su versión de
“Terrence Loves You” que me dejó literalmente con la boca abierta o el
combo “Old Money / Gods & Monsters / Yayo” (rescatada de su primer
largo). Tuvo ocasión de revivir el espíritu Marilyn con un “Happy
Birthday Mr. President”, que no quisiera para su marido Melania, y
consiguió el alboroto colectivo con cada caída de ojos, pelo o rodillas
que hincaba en esa playa digital que cubría el escenario de lado a lado y
que, con las palmeras y hamacas de atrezo, combinaba bajo sus pies
imágenes de playas, piscinas, acantilados y carreteras al más puro
estilo Lynch. Era inevitable que se corearan “Blue Jeans”, “Video
Games”, “Born to die” o “Ride” hasta el punto de que los fans se
adueñaron del recinto sin reparo alguno y Lana disfrutó, o eso parecía,
con cada muestra de cariño de ellos. Recibió coronas de flores, rosas,
álbumes y todo tipo de “fanchandising” y consiguió ganarme
definitivamente en el momento que, donde otras bandas abandonan el
escenario para “reponer fuerzas” antes de disparar sus bises, bajó de su
Melrose Place particular y estuvo un buen rato haciéndose selfies con
las primeras filas, repartiendo besos, autógrafos y cariño a partes
iguales, a pesar de que en tiempos recientes ha tenido algún que otro
episodio desagradable con seguidores que confunden a los artistas con
sus mascotas y que pueden llegar a ser peligrosos si no se detectan a
tiempo. Quizás por eso demoró el bajar al foso más de la cuenta y se
mostró algo recelosa del contacto físico en un primer momento. No se le
discute.
En
cuanto a la parte negativa, si obviamos los momentos karaoke que no
tenían justificación alguna aparentemente (¡Pero si canta de miedo
cuando lo hace!), la banda se lleva la peor parte. Pocas veces he podido
oír un sonido tan distorsionado, tan de verbena barata, con todos mis
respetos a las orquestas de verbena, en el que no se distinguía matiz
de instrumento alguno, a no ser de un bajo que hacía temblar los minis
de cerveza como flanes. No ya las carnes de algunos, entre los que me
incluyo… Otro punto y aparte fue la del realizador de la única pantalla
gigante que había para seguir el concierto desde las últimas filas.
Quitando el cuestionable hecho de prescindir del color en pro de dar una
imagen más “cool” o retro, o qué se yo, se limitó a planos innecesarios
de precisamente la parte del escenario que menos importaba ver en ese
momento en detrimento de primeros planos de la artista, como si pensara
que desde su sitio lo veía tan estupendamente que todo el mundo lo
tendría que ver igual. La colocación de la pantalla tampoco fue nada
afortunada impidiendo a buena parte del sector lateral derecho del
escenario ver a Lana cada vez que se subía al set palmeril o se tumbaba
en las hamacas. ¿Tanto habría costado situarla más atrás o más arriba
señor o señora responsable de privarnos de la visión al menos durante la
mitad del concierto? Me falta espacio para quedarme a gusto con usted
mi muy señor o señora mío o mía. Como de la cabeza pensante que pensó
que el Palacio Vistalegre es un recinto adecuado para este tipo de
eventos. Porque no lo es ni de lejos. Y de lejos es desde donde tuvimos
que aguantar algunos la velada. Un Wizink hubiese sido mucho más
acertado por distribución y acústica (sin ser el Olimpo de los recintos
ni mucho menos) o un teatro de más reducidas dimensiones. Reconozco que
un sold out de diez mil almas no se puede meter en ningún teatro, al
menos en una fecha, y que otros recintos más idóneos podían no estar
disponibles esa fecha pero, por amor de Dios, ténganlo en cuenta para
futuras ocasiones señores.
Y
cuando aún resuenan en mi memoria los ecos de su “Off to the races”
como broche final y aún no he conseguido quitarme la cara de panoli que
se me quedó con su imagen micro en mano tirada por los suelos como la
colilla del cigarro que se encendería más tarde y que daría carta blanca
a todos los fumadores encerrados ahí esa noche, sólo espero volver a
verla en un futuro no muy lejano en un recinto más adecuado y con una
banda mucho más acorde a su tipo de música. Si Adele se llevó al Sant
Jordi una orquesta con violines ¿Porqué Lana no? Ahí lo dejo. Nota
final: Un abrazo a Mer, una seguidora de la Factoría del Ritmo que
compartió palco con servidor y que fue un placer conocer. Espero haberme
acordado bien del nombre, sino ya sabes tú quién eres…. ;)
Enlaces de interés
Web oficial: http://lanadelrey.com/
Twitter oficial: https://twitter.com/lanadelrey
Facebook oficial: https://es-es.facebook.com/lanadelrey