La jornada no podía apuntar peor en cuanto a la climatología. Esa misma mañana habíamos disfrutado de un caluroso día de playa en la capital cántabra, pero los paisanos ya sabíamos que esto es Santander y el kit de verano incluye bermudas, gafas de sol, paraguas y rebequita... Y en el caso de anoche un buen impermeable...
Pero, vamos a ver, es agua, no ácido, y tener a dos artistas internacionales de la talla de Kasabian y Placebo en nuestra tierruca no era cuestión de ponerse exquisitos. Te pillas un poncho en los chinos, las peores bambas que tengas por casa y a correr...
Llegamos a tiempo de ver a los de Leicester, después de una hora de reloj de coche entre la rotonda de La Tucho y la zona habilitada para aparcar, con lo que tuvimos que conformarnos con oír desde la carretera el bolazo que se marcaron nuestros paisanos (y amigos) de Leona. Desconozco como estuvo de aforo pero estos chicos venían pidiendo a gritos un ESCENARIO PRINCIPAL hace tiempo y por fin lo han podido disfrutar. Se merecen todo lo bueno que les venga.
En cuanto a los de Leicester, setlist variado, sonido brutal y repaso a su discografía, incluyendo hasta tres temas de su nuevo trabajo "Happenings", al que reconocemos que nos costó entrar, pero que disfrutamos como cabras: "Call", "Coming back to me good" e "Italian Horror". No faltaron los clásicos de sus comienzos "Club foot", "L.S.F." o "Shoot the runner" ni unas intros en plan rave supercontagiosas evocando a noventeros tan exquisitos como Chemical Brothers, Fatboy Slim o Deeelite.
Echamos en falta a Tom Meighan si, pero Sergio Pizzomo se las ingenió para hacernos botar como desquiciados desde el minuto uno. Van a hacer ya casi tres décadas en activo y parece que no han perdido ni un ápice de la frescura de sus comienzos.
Por muy de Londres que eran (aunque originarios de Bélgica y Suecia, donde también caen gotas de lo lindo), parece que la lluvia no les sentó nada bien y tuvimos que esperar a chorrazo limpio un buen rato antes de que se decidieran a poner un pie en el escenario de la Virgen del Mar.
¿Valió la pena? Hombre, pues si.
Sólo por oír en directo temarrales del calibre de "Every you, every me", "The bitter end", "Bionic, "For what it´s worth", "Song to say goodbye" o esa exquisita cover del clásico de Kate Bush, "Running up that hill", ya mereció de largo la "chupa" que nos pillamos...
Curiosidades: En mi vida había visto a un backliner medir con cinta métrica la altura del micrófono de un artista (1,67 en el caso de Brian Molko). Y mira que me he tragado conciertos...
Por otro lado no pude colgar ningún directo ni grabar nada del evento por petición expresa de la banda. En las pantallas colgaron mensajes advirtiendo de que guardáramos los móviles en el bolsillo para disfrutar de la experiencia en su plenitud y respetar al artista y al que tenemos al lado, que a veces nos mete su móvil por la narices todo hay que decirlo... De eso se encargó el equipo de seguridad del foso que, linterna militar en mano, iba literalmente cegando al osado que se atrevía a guardarse un recuerdo. No estuvieron muy duchos, en cambio, al permitir la subida al escenario a un espontáneo, que suponemos tendrá algo ya que contar a sus nietos, y que se llevaron en volandas en cuestión de segundos. Eso no evitó que el belga entonase un "¿Donde está la seguridad aqui?" que sonó más a reclamación de diva que a un mensaje de preocupación. Igual los recientes atentados en un festival de Alemania tuvieron algo que ver con ello...
La noche seguía avanzando y la lluvia daba escasas treguas pero, tras la espantada de guiris que habían venido a ver a Kasabian y Placebo, y a estos Bogotá no los conocían ni hacían por ello, la explanada de la Virgen del Mar se llenó de "nacionales" que arroparon, aún con más fuerza que a las bandas anteriores, a estos cartageneros que en apenas unos años han subido de la emergencia más absoluta al estrellato más definitivo.
¿Su secreto? Temas potentes (no hay ni un sólo tema que podamos llamar "de descarte" en su repertorio actual), sonido inmaculado a la altura de bandas ya muy consagradas y un carismático vocalista que bien podría batirse en duelo en un escenario con cualquier gran nombre de la escena actual sin que pudiéramos distinguir quien lleva varias décadas en activo y quién es el recién llegado.
A Antonio García lo comparan, y no andan del todo descaminados, con Bunbury, Jim Morrison, Damiano David de Måneskin o hasta con el mismísimo Raphael.
Quienes los conocemos desde sus comienzos (les hemos entrevistado en dos ocasiones cuando sólo eran una banda que prometía y prácticamente nadie había oído hablar de ellos) no podemos de estar más pletóricos al ver que el buen trabajo y la constancia les ha hecho colocarse como una de las bandas imprescindibles para cerrar un cartel de cualquier festival.
Con un público entregado sin agotamiento a la causa pirómana desde los primeros acordes de "Clávame tus palabras" hasta su cierre con "Los Perros" y que se dejó la garganta en temas como "Exoplaneta", "La Salvación", "Antiaéreo" o "Que vida tan dura", ni la lluvia, intermitente como una tortura medieval, ni el "riski" que hacía en la costa cántabra a esas horas, hicieron mella en la banda.
Arde Bogotá están ahora en su mejor momento, no cabe duda, pero también en el más peligroso. El tercer largo para un artista siempre es el que decide si ha venido para quedarse o cae en el olvido a partir de entonces.
No nos cabe duda de que el siguiente trabajo de la banda nos volverá a dejar boquiabiertos, pero eso no le quita presión al hecho de que se la juegan.
Sólo el tiempo tiene la respuesta...
Pero esto no acaba aquí....
El festival Sonorama Ribera Day anuncia su segunda edición en Santander el 23 de agosto de 2025.
Te lo vas a perder? Nosotros no.... Ya pueden caer chuzos de punta....